Tu casa, tu museo personal (sin parecerlo)

Cada objeto que conservas dice algo de ti. El estilo retro se nutre de esa narrativa: muebles con historia, texturas con tiempo, colores que evocan una década pero se sienten actuales. La clave está en contar una historia, no en recrear una escenografía.

Piensa en contrastes: un sofá moderno con cojines estampados de los 60, una mesa laqueada junto a una lámpara de latón o una butaca de terciopelo profundo. El retro funciona cuando los objetos parecen haber llegado ahí de forma natural, no como parte de una escenografía.

Los tonos tierra, el verde botella, el mostaza o el azul petróleo aportan ese aire de nostalgia sin volverse pesados. Añade música, arte o fotografías antiguas para darle sentido emocional: el estilo retro no solo se ve, se siente.

Lo importante no es acumular piezas vintage, sino elegir las que conecten contigo. El equilibrio entre memoria y presente hace que tu espacio se vea vivido, no decorado.