Muebles que sobreviven a tu perro (y a tu gato)
Porque amar a tus mascotas no tiene por qué significar vivir entre rasguños y pelos.
Si convives con un perro o un gato, sabes que no hay sofá inmune. Pero no todo está perdido: hay formas de tener un hogar bonito, cómodo y pet friendly sin vivir en modo “alfombra tapada con cobija”.
Empieza por los materiales. Las telas tipo microfibra o terciopelo sintético son tus mejores aliadas: se limpian fácil, no atrapan olores y resisten las garras mejor de lo que imaginas. Evita el lino o las fibras muy abiertas: son un imán de pelos y se deshilachan con solo una mirada felina.
Luego, piensa en el color. Los tonos intermedios (ni muy claros ni muy oscuros) disimulan mejor los rastros del día a día. Un sofá arena, gris cálido o verde olivo se mantiene elegante aunque tu gato decida hacer siesta ahí todos los días.
Y sí, aspirar ayuda. Pero más ayuda tener rutinas: cepillar a tu mascota seguido, colocar una manta suave en su rincón favorito o usar fundas desmontables que puedas lavar sin drama.
Tus mascotas son habitantes de la casa y eso les da ciertos privilegios, viven ahí y son tus compañeros de viaje. Pero establecer normas es una buena idea, no se trata de mantenerlos encerrados, pero hay que dedicarle tiempo a su adaptación, que sepan dónde pueden subirse y dónde no, que sean dueños de su espacio sin invadir el tuyo o el de tu pareja.
Tu casa puede ser linda y sobrevivir al juego de tu perro. Prometido.
Si tu mascota tiene su espacio, tus muebles duran más. Dale una camita con tela fácil de limpiar y ponla donde le guste estar —no donde estorbe.
Ganarás paz, estilo y menos pelos en el sofá.



